No es sencillo soltar el rencor, perdonar y aceptar situaciones con las que uno no está de acuerdo. Mucho menos lo es navegar por las aguas turbias de los sentimientos negativos; sin embargo, adentrarse en ellas y comprender la conexión íntima que hay entre la mente, las emociones y el cuerpo es esencial para alcanzar el más alto nivel de bienestar personal.
¿Cuáles son los 2 sentimientos cotidianos que atacan la salud física?
El resentimiento y el enojo tienden a convertirse en agentes desestabilizadores que afectan, principalmente, a uno de los más preciados activos que tienen las personas: el cerebro.
Asimismo, reinan en la cotidianidad: en una discusión con la pareja, con un familiar o amigo; al presenciar, ver o escuchar injusticias; o por el mero recuerdo de situaciones pasadas.
La mayoría de quienes vivencian y normalizan estas emociones con tinte negativo tienden a aferrarse a ello y, consecuentemente, terminan hundidos en un charco de resentimiento y malestar. Cuanto más tiempo eligen permanecer en la piscina, más amargados se vuelven.
La Universidad de New Hampshire en Estados Unidos explica que, en un principio, el resentimiento puede ayudar a que una persona se sienta más cómoda ante el dolor, ya que dicho sentimiento actúa como un escudo contra la verdadera fuente de enojo.
La institución educativa considera que actuar así es una forma de eludir la responsabilidad porque hace que uno piense que tiene el control. No obstante, en el trasfondo lo que surge en su lugar es una variedad compleja de emociones que proporciona una falsa sensación de seguridad al sentirse completamente vulnerable.
Además, un estudio publicado en el International Journal of Psycotheraphy Practice and Research asegura que las emociones mencionadas tienen consecuencias negativas a nivel físico. “Estas emociones, atrapadas dentro de nosotros, nos mantienen reviviendo la ira y los recuerdos negativos. La tensión interna de esta represión emocional puede provocar cosas como depresión, ansiedad, función inmune reducida, fatiga, hipertensión, dolor de pecho, obesidad, psoriasis y dolor crónico”, se detalla en el informe.
“Las personas que se quedan ancladas en una mentalidad negativa, sin quererlo, están favoreciendo a la muerte neuronal. En cambio, las que eligen enfocarse en lo positivo generan nuevas neuronas a partir de células madre cerebrales”, añade Jackie Delger, neuropsicoeducadora y Life & Business Coach.
“Vivir en un estado crónico de tensión desactiva los mecanismos de reparación del cuerpo, lo que aumenta la inflamación y la hormona del estrés, el cortisol, en el cuerpo”, establece la compañía de servicios de salud norteamericano, Piedmont.
Según la institución, el perdón hace que se active el sistema nervioso parasimpático, lo que ayuda al sistema inmunológico a funcionar de manera más eficiente y deja espacio para las hormonas que producen bienestar, como la serotonina y la oxitocina.
“El cerebro no sabe qué es real y qué es imaginado”, dice la psicóloga de Piedmont, Angela Buttimer. “Cuando se repite en la mente una experiencia de hace seis meses, el cuerpo reacciona como si estuviera teniendo la misma experiencia una y otra vez”, agrega.
Los estudios ponen de manifiesto que el acto de perdonar puede generar enormes beneficios para la salud: reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco, mejorar los niveles de colesterol y el sueño, así como reducir el dolor, la presión arterial y los niveles de ansiedad, depresión y estrés.